miércoles, 16 de octubre de 2013

La retórica

¡Qué complicado arte, el arte de unir palabras para utilizarlas como arma! Un arte que, efectivamente, cada vez se usa menos y al que cada vez se le da menos importancia, pero precisamente ésa es la ventaja que nos da a quienes aún lo utilizamos, que son tan pocas las personas que se ocupan de él que es raro encontrar a alguien que no quiera discutir con nosotros por verse en inferioridad verbal, lo que nos proporciona una victoria tras otra.

Con esta entrada no pretendo en absoluto que volváis a interesaros por la retórica, ni mucho menos, pero me gustaría que supiérais y entendiérais lo que es. La retórica, como ya dije, es el arte lingüístico de utilizar palabras para formar oraciones que expresen argumentos para ser utilizados en una discusión. Esto es, expresado de forma más simple, saber contestar en las discusiones. Y parece fácil, pero cuando quieres hacer valer tu opinión sobre otra que tiene las mismas posibilidades de ser correcta que la tuya, o sabes argumentar, o vas dado...

Quizá hayáis oído el término retórica en las clases de filosofía o en algún otro lugar, sin que os haya preocupado nunca qué era. La retórica ya era utilizada en la política desde la Grecia del siglo Va.C. en tiempos de Pericles, época en la que surgió la primera democracia. A día de hoy, por mucha gente que piense que es estúpido estudiar argumenación, siempre quedan algunos pocos que se dan cuenta de las muchas aplicaciones que tiene. Para empezar en el ámbito jurídico, no puedes considerarte un buen abogado/ fiscal si no sabes cómo darles más peso a tus palabras, y en otros campos como la psicología todo se hace más sencillo si puedes estudiar a una persona por la forma en la que estructura sus intervenciones.

Hasta aquí todo lo que a todos nos viene grande, pero ahora viene la enseñanza de todo esto:
     Imagínate por un momento que te has convertido en un importante general de la época griega, y tienes a tu mando un ejército de soldados agrupados en escuadrones (un escuadrón=un argumento) tu objetivo es derrotar a un ejército similar que te supera en número pero cuyos soldados luchan independientemente. Si sabes como unir a tus soldados, de forma que sus ataques sean sincronizados, que su línea defensiva sea continua, y que su unidad dentro del escuadrón permanezca intecta, vencerás, porque el enemigo no tendrá más opción que retirarse o lanzarlos a todos al ataque, mientras que tú podrás comandar a tus unidades por separado dándoles una mejor formación, mayor sincronización... etc.

En las discusiones pasa, igual: no gana el ejército más grande, sino el que tiene los argumentos mejor organizados, y está mejor preparado para responder y contraatacar.

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